Durante años, las políticas de sostenibilidad se veían como una cuestión de ética corporativa y responsabilidad social. Hoy, sin embargo, cada vez más economistas, reguladores y líderes empresariales coinciden en que la sostenibilidad es un factor de competitividad y supervivencia para cualquier negocio. Lo más sorprendente es que muchas de estas ideas ya estaban formuladas hace décadas. El tiempo ha demostrado que no eran advertencias teóricas, sino diagnósticos acertados que hoy se materializan.
Las opiniones de los expertos
- Innovación y regulación como motor de competitividad. La hipótesis de Porter (Porter y Van der Linde, 1995) sostiene que una regulación medioambiental estricta puede estimular la eficiencia y la innovación en las empresas, compensando con creces los costes de conformidad y mejorando su competitividad. Hoy, con la presión regulatoria europea y global, esta intuición se confirma: las empresas que apuestan por la innovación verde ganan diferenciación y mejor acceso a capital y mercados.
- El futuro pasa por ser “climáticamente competitivos”. Ya en 2021, Mark Carney insistía en que ser competitivos en términos de carbono y clima sería un determinante clave del valor empresarial. Ahora, informes recientes del World Economic Forum y del Banco Central Europeo confirman que el riesgo climático también es riesgo financiero. Las empresas que no reducen emisiones ponen en peligro su solvencia y su futuro.
- Los inversores premian el compromiso ESG. Estudios de Ernst & Young (EY) ya recogían que los inversores priorizarían empresas con estrategias ESG sólidas. Hoy, informes de MSCI y Bloomberg muestran que el mercado asigna un coste de capital más alto a quienes ignoran la sostenibilidad. Lo que era una expectativa es ahora un criterio de inversión objetivo.
- Pragmatismo y gestión de riesgos. Jim Yong Kim y Paul Fisher alertaban hace años de los riesgos de depreciación de los activos fósiles y de la necesidad de anticipar la transición. Actualmente, la Agencia Internacional de la Energía (2023) confirma que será necesario reducir drásticamente las nuevas inversiones en petróleo y gas si queremos alcanzar los objetivos climáticos, y los grandes bancos centrales ya integran escenarios climáticos en sus pruebas de estrés.
- Cambio de capital y presión de los mercados. Líderes del sector financiero como Larry Fink, presidente de BlackRock, advirtieron que los flujos de capital cambiarían antes que el clima. Y, efectivamente, estamos viendo cómo fondos soberanos, aseguradoras y bancos reducen la exposición a combustibles fósiles y aumentan posiciones en energías renovables y economía circular
Por qué la sostenibilidad es competitiva
La sostenibilidad impulsa la innovación y la eficiencia; acelera el ahorro de costes, la diferenciación y la resiliencia de la cadena de valor. A nivel de marca, los consumidores, y especialmente las nuevas generaciones, premian a las empresas con propósito, algo que intensifica la demanda de green skills y la competencia por captar talento. En un marco europeo cada vez más exigente, anticiparse al cumplimiento normativo reduce riesgos y costes, mientras que posponerlo significa renunciar a oportunidades y exponerse a sanciones.
Cómo prepararse para la competitividad sostenible
Prepararse para la competitividad sostenible implica integrarla en el corazón de la estrategia, con objetivos ambientales y sociales alineados con el modelo de negocio y el crecimiento; medir y reportar con rigor datos ESG, doble materialidad y transparencia aprovechando la digitalización y la IA para detectar riesgos y oportunidades; impulsar la innovación en procesos y productos que reduzcan emisiones y optimicen recursos, mediante investigación y colaboración con startups y universidades; y, sobre todo, comprometer a los grupos de interés (clientes, empleados, proveedores y comunidades) para alinear expectativas, generar valor compartido y minimizar tensiones.
El momento de actuar
El mensaje es claro: lo que ayer parecía una advertencia, hoy es condición de competitividad. Las empresas que integran la sostenibilidad en su modelo de negocio, innovando, gestionando riesgos y cumpliendo con ambición, acceden a capital, talento y mercados en mejores condiciones, mientras que la inacción erosiona solvencia y reputación. Ahora es cuando convertir el discurso en resultados marca la diferencia.